WonkaPistas

31.5.06

Gapminder: el desarrollo humano en gráficos dinámicos

Seguro que ya lo conocen, pero yo me acabo de enterar gracias a Josu. Ya pueden juguetear con "Gapminder World 2006", una herramienta, parece, de la fundación Gapminder, a medias con Google. Permite observar la evolución de dos variables en un gráfico de dos dimensiones a lo largo del tiempo para un montón de países, los que tienen datos en el último informe del Banco Mundial. Por ejemplo, se puede cómo se van moviendo los círculos que representan a los países a medida que varía su PIB per cápita y la esperanza de vida (o el PIB per cápita y la mortalidad infantil). Es mucho más divertido que las tablas y los gráficos de toda la vida, y, quizás, más pedagógico, sobre todo en los tiempos de predominio de la imagen que corren. Ya me gustaría a mí poder hacer mi serie de gráficos curiosos de manera parecida.

Disfruten, y no pierdan de vista los dos círculos más gordos. Sí, China e India.

29.5.06

Extranjeros y crimen organizado

Con los recientes robos en Cataluña protagonizados por bandas organizadas (¿hay alguna banda que no lo esté?) con elevada presencia de extranjeros, vuelve a resurgir en la discusión pública el tema de la relación entre inmigración y delincuencia. Ha sido esta vez Acebes el que ha vinculado ambos (los autores de los robos son mayoritariamente bandas de delincuentes extranjeros que se aprovechan de la facilidad para entrar en España, ha venido a decir), y desde el PSOE se le ha replicado acusándole, no sé si directamente, de lepenista. Sin entrar con profundidad en el debate, lo que sí aprecio a veces es un intento de negar la mera asociación, digamos que estadística, entre ambos fenómenos: "extranjería" y "delincuencia". Vean este intento de La Vanguardia:

Pues bien, los datos que maneja Interior sobre este modelo concreto de delincuencia muestran que en un 78% de los casos ciudadanos españoles forman parte de las bandas. Si a esto se añade el que un 6% de los grupos están constituidos sólo por españoles, se abre un panorama más españolizado (84%) de lo que podría pensarse tras un análisis superficial o malintencionado de un fenómeno que azota a toda Europa.

No obstante, no todas son así. Las organizaciones procedentes de Albania, Kosovo, Rumanía o Bulgaria -principalmente- no son permables y conforman el grueso de ese 16% de grupos formados exclusivamente por extranjeros.

Tratándose de delincuencia en España, lo que cabría esperar, en principio (en ausencia de extrajeros o, incluso, con su presencia) es que la gran mayoría de los delincuentes fueran españoles, o que en la gran mayoría de los grupos de delincuentes hubiera españoles, ¿cómo no? Lo extraño sería que no hubiera españoles en un "sector de negocio" como éste, en el que las "empresas" se beneficiarán de conocimientos locales específicos o relaciones sociales especiales que puedan tener los nacionales del país, ¿no? Entonces, no sería de extrañar que, dando las cifras del Ministerio del Interior que cita el periodista por buenas, en un 84% de los grupos de "crimen organizado" haya algún español o sean todos los miembros del grupo españoles. Genial, gran hallazgo.

¿Y el otro 16%? ¡Ah! Se trata de grupos exclusivamente de extranjeros. ¿Un 16%? Pues parece mucho. Suponiendo que todos los grupos tuvieran el mismo tamaño (o más o menos), ello querría decir que, como poco, el 16% de esos delincuentes son extranjeros, más o menos el doble de lo que correspondería según el peso de los extranjeros en la población. Vaya.

Pero no nos olvidemos del 78% "mixto". Sumando, como hace el periodista, todos los grupos en los que, al menos, hay un extranjero, tendríamos, ejem, un 94% de grupos no del todo "españolizado". Glups. Esa suma, obviamente es tan lógica o tan absurda como la que hace el periodista, que no nos cuenta--imagino que porque no se lo ha dicho su fuente en Interior qué proporción, no de grupos, sino de delincuentes en los grupos mixtos, o en el total, es de delincuentes extranjeros. No sé por qué, pero me imagino que esa proporción es alta, desde luego, mucho mayor de lo que correspondería según el peso de los extranjeros en la población, como, por otra parte, ocurre con bastantes delitos.

Señalar esta asociación no es más que una constatación, la cual, quizás, puede ofrecernos hipótesis interesantes para analizar el fenómeno de la delincuencia. Pero lo que es inevitable es partir de la constatación para después analizar por qué los datos son así. Ello no implica prejuzgar que los inmigrantes vienen a delinquir ni que una mayoría (ni siquiera una minoría amplia) viene aquí a hacerlo. Ello no implica dar por supuesto que por ser extranjeros cometerán más delitos, ni mucho menos. Tampoco implica aceptar que lleguen las bandas organizadas por una laxa política de extranjería (sea esto así o no). Y, desde luego, tampoco implica que el que apunte a esa correlación entre extranjeros y delincuencia sea racista, lepenista o vaya-usted-a-saber-ista.

Partir de esa constatación sí implica que, como dato de la realidad, no nos la podemos quitar de enmedio aunque nos resulte incómoda. Más bien, habrá que entenderla y explicarla, si es que queremos una discusión pública realista y no basada en el pensamiento mágico. Si es que lo queremos.

26.5.06

Más sobre trastornos mentales y periodistas

Comenta RMF en Malaprensa que El País insiste en tratar el tema de los trastornos mentales debidos a las drogas a partir de los datos de la última Encuesta de Morbilidad Hospitalaria (EMH). De nuevo, como señalé para el ABC hace unos días, se vuelve a cometer el error de no tener en cuenta la ruptura de las series. Según El País:

Un total de 20.029 personas ingresaron en un hospital en 2004 por trastornos mentales debidos a la droga, según la Encuesta de Morbilidad Hospitalaria del Instituto Nacional de Estadística (INE). La cifra representa un aumento del 56% frente a los 12.800 hospitalizados en 2000, de acuerdo con la encuesta de ese año.

Y más adelante:

Aun descontando las posibles desviaciones por la diferencia en los métodos de medición, este porcentaje [el 56%] es muy superior al 6,66% que se incrementó la población según los datos de los padrones a 1 de enero de 2004 y 2000


La verdad es que, en este tema, el trabajo del periodista creativo es arduo, pues es casi imposible, con los datos publicados, establecer una serie sin rupturas de las altas con el diagnóstico que nos ocupa. Vean los datos de las dos EMH, la de 2000 y la de 2004. Comprobarán que es muy difícil establecer comparaciones estrictas sin tener los datos para cada código de diagnóstico.

Evolución de las altas por "trastornos mentales" entre la Encuesta de Morbilidad Hospitalaria del año 2000 y la del año 2004
Denominación del diagnóstico Enfermos dados de alta Código de clasificación del diagnóstico
Año 2000

Trastornos mentales 106.693 290-319
- Psicosis 57.229 290-299
- Trastornos neuróticos y de la personalidad 17.096 300-301
- Síndrome de la dependencia del alcohol 7.566 291,303
- Adicción a las drogas 5.257 292,304
- Otros 19.546 Resto (290-319)
Año 2004

TRASTORNOS MENTALES 117.862 290-319
PSICOSIS Y TRASTORNOS MENTALES DEBIDOS AL USO DE DROGAS O ALCOHOL 83.170 290-299,303-305
Psicosis orgánicas senil y presenil 4.709 290
Trastornos esquizofrénicos 25.464 295
Trastornos mentales y del comportamiento debidos al uso del alcohol 10.504 291,303
Trastornos mentales y del comportamiento debidos al uso de drogas 9.525 292,304-305
Otras psicosis 32.968 293-294,296-299
TRASTORNOS NEURÓTICOS, DE LA PERSONALIDAD Y OTROS NO PSICÓTICOS (EXCEPTO DROGAS O ALCOHOL). RETRASO MENTAL 34.692 300-302,306-319
Trastornos neuróticos, de la personalidad y otros trastornos mentales no psicóticos 33.149 300-302,306-316
Otros trastornos mentales 1.543 Resto (300-302,306-319)
Fuente: elaboración propia con datos del INE.

Lo que está claro es que la comparación que ha hecho el periodista no puede hacerse sin más. Él ha sumado para el año 2000 los datos de 7.566 + 5.257 (=12.823, los 12.800 de los que habla), y para el año 2004 ha sumado 10.504 + 9.525 (=20.029). Lo que ocurre es que en 2004 se incluye un nuevo código en el segundo sumando (el código 305). Por tanto, los datos no son del todo comparables, como dije hace un par de días.

Podríamos pensar, de todos modos, que sí son comparables los trastornos debidos al alcohol (códigos 291, 303), aunque el epígrafe “otros”, con su código “resto (290-319)” me hace sospechar que no todos los 291 y 303 están en su sitio. En cualquier caso, si fueran comparables los trastornos del alcohol, éstos habrían aumentado un 38% en cuatro años. ¿No daba esto para un titular? ¿O es que estamos empeñados en hablar de “drogas” como sea?

Por cierto, si comparamos lo estrictamente comparable, los “trastornos mentales” (290-319), el aumento en cuatro años es del 10,5%, también por encima del 6,7% que habría crecido la población, pero no muy por encima. Mucho me temo que esto sí que no da para un titular.

25.5.06

Fenómeno social relevante

¿Que España se esté convirtiendo en un país con un porcentaje alto de extranjeros?
¿Que aumente el número de parejas de hecho o de madres no casadas?
¿Que caiga la religiosidad católica de los españoles?
¿Que la sociedad española envejezca a marchas forzadas?
¿Que permitamos los matrimonios de personas del mismo sexo?
¿Que los adolescentes trasladen sus relaciones personales al mundo virtual de los chats?

Quiá. Vean (mis negritas):

Según comenta Mónica Valls, portavoz del estudio Adapt, "podríamos pensar que existe una relación entre la evolución de la moda y el incremento en el número de braguitas que tenemos las mujeres pero, desde Evax, intuíamos que el boom de las braguitas se había convertido en un fenómeno social relevante, que convenía estudiar y que iba más allá de este hecho.

Fuente: El Mundo, 25 de mayo de 2006, M2, p. 11 (de pago).

24.5.06

Peor el remedio que la enfermedad

Es el título de mi contribución de hoy a Malaprensa. Trata de cómo, en contadas ocasiones, los periodistas pueden pifiarla, precisamente, por saltarse la costumbre de repetir o parafrasear la nota de prensa de la organización interesada que la emite. En este caso, el periodista se equivoca con los números y nos hace creer que los trastornos mentales asociados al consumo de drogas está creciendo muchísimo. En realidad, yerra, al no darse cuenta de una ruptura en la serie que utiliza para hacer esa afirmación, algo que, desafortunadamente, es el pan nuestro de cada día para los que nos interesamos por los datos vistos en perspectiva diacrónica.

22.5.06

Dos nuevos blogs "desde dentro"

En el mes de mayo han nacido dos nuevos e interesantes blogs que analizan instituciones públicas desde dentro, es decir, desde la perspectiva de personas que trabajan en ellas. Uno de ellos lo publica Topo Universitario, psicólogo y comentarista habitual de esta casa, se llama "Un nombre al azar", y, según su declaración de intenciones, pretende ser un "compendio de pensamientos sobre la universidad, la educación, la investigación y la psicología".

El otro es más reciente. Lo publica drgandolfi, médico especialista del Sistema Nacional de Salud, y se llama, expresivamente, "El diario de un médico que está harto".

Ambos, me temo, escriben a contracorriente, desde una perspectiva, como poco, nada colectivista. Lo principal, de todos modos, es que gracias a ellos podemos conocer cosas que están relativamente "vedadas" al común de los mortales y obtener claves de interpretación difícilmente accesibles de otros modos. Bienvenidos a este mundillo y que dure la experiencia.

Actualización. Vaya, justo al publicar esta anotación, me doy cuenta de que Daniel Rodríguez también ha recomendado el blog de drgandolfi. Pues que no sea por recomendaciones.

20.5.06

Siente a una encuesta en su mesa

Desde hace bastante tiempo, son raras las tomas de posición de los distintos actores participantes en la discusión pública que no van acompañadas de una dosis módica de evidencia "científica", a ser posible en la forma de una encuesta. Los sociólogos deberíamos estar agradecidos, por la cuenta (pecuniaria) que nos trae. Éste que sucribe no lo está. Se abusa de las encuestas, y muchas veces se hacen con poco rigor--los sociólogos los primeros, claro.

Todos los años, quizás por estas fechas, las asociaciones médicas celebran la "Semana sin humo". Van por la séptima. Al menos en las últimas "semanas", la presentación en sociedad de la semana ha incluido la referencia a los resultados de una encuesta efectuada por médicos de familia en centros de salud de varias comunidades autónomas. Esta vez, el plato principal era la pregunta acerca de si el encuestado fumador había intentado dejar de fumar en los últimos cinco meses, es decir, después de la entrada en vigor de la llamada ley antitabaco. El mensaje principal que, parece, ha querido transmitir la SEMFYC (la sociedad de los médicos de familia) es que casi la mitad de los fumadores ha intentado dejar de fumar en esos cinco meses; mensaje que, obedientemente, han repetido los periódicos.

En realidad, con esa encuesta, no tenemos mucha idea de cuántos fumadores lo han intentado. Veamos. Se trata de una encuesta (cuestionario aquí) que han rellenado los pacientes que han acudido a centros de salud de siete comunidades autónomas en la primera semana de mayo, y que han depositado en los buzones habilitados al efecto. Me temo que la han rellenado sin ninguna supervisión. Y dudo de que se trate de una muestra representativa.

1. ¿Toda la población adulta va con la misma frecuencia al centro de salud? Si no es así, y aunque se hubiera obtenido una muestra al azar de los que fueron esa semana, la encuesta no sería representativa de la población adulta en general. Por lo pronto, hay que recordar (permítaseme la broma) que el "sector pudiente" de la sociedad española no se rebaja a visitar los ambulatorios. ¿Van más los mayores que los jóvenes? ¿Van más las mujeres que los varones? Si la respuesta es sí a una o las dos preguntas, la muestra estaría sesgada, con un sesgo relevante en un tema como el del hábito de fumar. No digamos si respondemos "sí" a la pregunta: ¿van más los fumadores que se sienten peor y que pueden haberse visto más inclinados a dejar de fumar en un tiempo reciente?

2. Ni siquiera está claro que la muestra sea representativa de los que van a los centros de salud. El rellenarla o no sigue a la incitación que hace el médico de cabecera, y a la capacidad de persuasión de éste. Unos serán más persuasivos y otros menos. Y unos pacientes se dejarán convencer con más facilidad y otros menos. ¿Están distribuidas al azar la capacidad de persuasión y el dejarse persuadir? No lo sabemos.

3. En todo caso, no parece que la SEMFYC haya intentado controlar que la muestra sea representativa de alguna manera. Para ello, habría tenido que recoger datos sociodemográficos un poco más sofisticados que el sexo del encuestado.

4. Lo que está clarísimo es que no es representativa de los pacientes de centros de salud de toda España: se ha hecho en siete comunidades autónomas. ¿Y las demás?

En cualquier caso, para repetir la retahíla de que el tabaco es muy malo, la ley antitabaco es muy buena, hay que hacerla más dura porque se sigue fumando en casi todos los bares, y cuánto sufren los fumadores pasivos, hay que financiar con dinero público los exitosísimos tratamientos farmacológicos para dejar de fumar porque son caros (y los fumadores de extracción humilde no pueden pagárselos--¿pero sí pueden pagarse el "vicio"?), y las autonomías del PP son malas, malísimas porque interpretan las prohibiciones de la ley con laxitud, para ello, no hace falta ninguna encuesta. Basta con recitar el mantra habitual--y sale más barato.

18.5.06

Volviendo sobre el tema de la inmigración y la delincuencia

Los lectores habituales recordarán una anotación en la que recogía el "riesgo relativo" de cometer un delito en España según la nacionalidad. Los datos correspondían al año 2003. Muchas veces he pensado en actualizar los datos, pero no lo he hecho al pensar que el Ministerio del Interior no había publicado nuevos datos. En realidad sí lo había hecho, pero yo no he percatado hasta hace un par de semanas. Aquí tienen los datos correspondientes al año 2004 (click para ampliar).



Lo más importante de estos datos (aunque no se muestre en el gráfico) es que la "proclividad" a cometer delitos de los extranjeros, medida de esta manera gruesa, en comparación con la de los españoles, cayó algo en 2004 respecto de 2003 (de ser 7 veces la española a serlo 6,4) (1). A pesar de que aumentó el número de detenidos por delitos, e, incluso, aumentó más el número de detenidos extranjeros que el de españoles, el aumento de la población extranjera fue porcentualmente mayor. Ahora bien, obviamente, con sólo dos datos (2003, 2004), no podemos tener mucha idea de la evolución del índice que aquí comento (quizá algún día me anime a calcularlo para más años).

Al revisar el Anuario Estadístico del Ministerio del Interior para elaborar el gráfico, he reparado en que también podía calcular el porcentaje que representan los detenidos extranjeros para cada tipo de delito. En el cuadro siguiente pueden ver los datos para 2004 (los de 2003 son muy parecidos).

Detenidos por comisión de delitos en España, según tipo de delito y nacionalidad (2004)
Tipos Total Extranjeros En %
Total (sin Ley extranjería) 236.298 76.675 32,4
Patrimonio 99.578 33.287 33,4
Personas 40.023 12.076 30,2
Lib. / indemn. sexual 5.281 2.097 39,7
Libertad 14.292 -- --
Rel. familiares 851 -- --
Seg. colectiva 36.463 -- --
--tráf. drogas 16.762 6.205 37,0
Falsedades 8.875 6.396 72,1
Contra adm. pública 387 -- --
Contra adm. de justicia 8.943 -- --
Orden público 18.158 -- --
Resto 3.233 -- --
Leg. Especial 214 -- --
Otros (1) 65.779 16.614 25,3
(1) Suman todos los delitos en los que no hay datos para los detenidos extranjeros.



Como se ve, en ambos años, los detenidos extranjeros supusieron el 32% de los detenidos. En los detenidos por falsedad, ese porcentaje es claramente superior: 72%. En los delitos contra la libertad o la idemnidad sexual el porcentaje también es superior, pero no tanto: un 40%. En el tráfico de drogas, también se aprecia una mayor presencia extranjera, pero no tanta como en los dos tipos de delitos ya mencionados: un 37%.




_________
(1) Por cierto, al elaborar estos nuevos datos, me doy cuenta de que el cálculo de las primeras anotaciones que hice sobre estos temas no era del todo correcto. Como usé la cifra de detenidos en 2003, debía haber usado las cifras del Padrón a 1-1-2003, y no las del Padrón a 1-1-2004. En esta anotación ya he rectificado el error.

17.5.06

Diferencias de edad en matrimonios y parejas de hecho (gráficos curiosos XXXIV)

Uno de los datos que más me llama la atención en las estadísticas de fallecidas a manos de su pareja o ex-pareja es el de las diferencias de edad en algunas parejas. En muchas ocasiones, la mujer es mayor que el varón; en bastantes otras, la diferencia de edad (a favor de uno u otro) es muy amplia. En buena medida, eso se debe a la sobrerrepresentación de las mujeres que viven (vivían) en pareja de hecho en esas estadísticas. Ya apunté algo así en una anotación de cuando Wonkapistas no era público. Ahora, preparando mis clases, he elaborado unos datos más concretos, recogidos en los gráficos siguientes (hagan click en ellos para ampliarlos).

En el primero se ve cómo (en 2001), el porcentaje de mujeres mayores que el varón es claramente superior en las parejas de hecho (tanto las de ambos solteros como las de otro tipo) que en los matrimonios, y cómo esas diferencias pueden llegar a ser muy amplias en algunas edades (entre los 35 y los 59, y entre las de más de 64).



En el segundo se ve cómo esas diferencias son todavía más acusadas si centramos la atención en las mujeres que tienen 5 años o más que su pareja. Representan una proporción pequeñísima de los matrimonios en casi cualquier tramo de edad, proporción que se ve hasta multiplicada por diez en algún tramo intermedio de edad.




En este último se ven las diferencias de edad favorables al varón, pero en el caso de diferencias bastante extremas (el varón tiene diez años o más que la mujer). De nuevo, en los matrimonios, los casos en los que el varón supera en tantos años a la mujer son muy pocos, pero la palma se la llevan esta vez, no las uniones de hecho entre dos solteros, sino aquéllas en las que al menos uno de los dos miembros ha estado casado alguna vez. Las diferencias son especialmente notables en las parejas más jóvenes.



Hay otras diferencias de relieve entre parejas de hecho y matrimonios. La principal es que las parejas de hecho tienen menos hijos. Quizá les hable algún día de ellas.

Para concluir, una advertencia. En el futuro (quizá ya hoy) esas diferencias habrán cambiado, quizá bastante, pues la categoría "parejas de hecho" se está poblando en mayor medida de habitantes extranjeros que la categoría "matrimonios". Y ya sabemos que la composición sociodemográfica de los extranjeros, sobre todo en lo que toca a las edades, y a su natalidad, es bastante distinta de la de los españoles.

16.5.06

¿Tanta violencia contra los profesores? (y III)

[Sigue de la anotación anterior]

Las modalidades de la violencia en el centro

Más adelante se pregunta por la violencia que tiene lugar en el centro actual del profesor. Lo cual me hace pensar en que la primera pregunta sobre ello la han contestado muchos profesores refiriéndose a un periodo mucho más amplio que un año—restando valor al “hallazgo” del 54%. En este caso es un 24% el que refiere haber sufrido actos de violencia en su centro. Puede haber sido en el último mes, en el último año o en los últimos diez años, pues la antigüedad de los profesores en los centros varía mucho. De nuevo nos falta la perspectiva temporal. De todos modos, los datos empiezan a ser algo más ajustados.

Lo que no está claro en el informe es cómo se ha preguntado a estos profesores por el tipo de violencia sufrida ni cuántos han sufrido cada tipo de violencia. La confusión viene de dos informaciones que, o son contradictorias, o una de ellas está mal interpretada. Yo me inclino por lo segundo.

En el informe se dice que se ha preguntado a los profesores si han presenciado actos de violencia contra otros profesores (entiendo que no se incluye aquí sobre ellos mismos). Un 57% dice que sí. A continuación se incluye el dato del 24% de víctimas en los centros. Y a continuación un gráfico en el que se dice “tipos de actos violentos referidos por los profesores”. Entiendo que los datos se refieren a la violencia en el centro actual, aunque no se especifica. De todos modos, ¿de quién estamos hablando? ¿de los profesores que han visto la violencia en los otros o de los que la han sufrido? Lo más probable es que se refiera a los testigos de violencia, y no a sus víctimas, porque, varias páginas más adelante se habla de “violencias referidas por los profesores víctimas de agresiones” y los porcentajes no coinciden. Si es así, entonces no tienen sentido afirmaciones como: “uno de cada 6 son intimidados en su trabajo”, “uno de cada 10 sufre agresiones físicas o robos” o “uno de cada 10 recibe amenazas físicas”. Es como si, preguntada una muestra de mujeres adultas españolas si conoce algún caso se violencia contra una mujer por su pareja y respondiendo que sí un 80%, se dijera que un 80% de las mujeres son víctimas de violencia de pareja. Qué burrada. Además, no estaríamos hablando de uno de cada seis o uno de cada diez profesores, sino de uno de cada seis/diez de los profesores que dicen haber visto actos de violencia contra otros profesores (un 57% de la muestra). Esto tampoco se aclara en el informe.

Tampoco está claro cómo se preguntó por la violencia presenciada o sufrida, pero no parece que se haya preguntado por la frecuencia de cada tipo de violencia. Por eso, no es adecuado afirmar que “un 60% refieren agresiones verbales habituales” o utilizar el presente habitual en expresiones como: “uno de cada 6 son intimidados en su trabajo” o “uno de cada diez sufre agresiones físicas y robos” (en realidad: agresiones o robos).

Con sus datos no podemos saber cuántos profesores son o han sido agredidos físicamente

Por cierto, es muy llamativo que se mezclen (no sé si en el cuestionario o en el informe) las agresiones con los robos. ¿Es lo mismo? ¿Por qué se mezclan? ¿Para que no se vea que las agresiones son pocas? En realidad, si todos los que refieren “agresiones o robos...” hubieran sido agredidos físicamente, el porcentaje sería pequeño. Vean. Un 24% refiere haber sido víctima de violencia en su centro. De ellos, parece (pero sólo parece, porque no está del todo claro), un 22,3% habría sido objeto de agresiones o robos. Luego, del total de profesores, un 5,3% refiere haber sido objeto de ese tipo de violencia—no se sabe cuándo.

En realidad, el porcentaje de agredidos físicamente debe de ser mucho menor. De los profesores-víctima, un 19,7% refiere “amenazas físicas” (entiendo que quiere decir “amenazas de agresión física”), porcentaje que se quedaría en un 4,8% del total de la muestra. No creo que sea descabellado pensar que sólo una proporción pequeña de esas amenazas se lleva efectivamente a cabo, de manera que el 5,3% de “agredidos físicamente” sería una gruesa sobreestimación.

En cualquier caso, el principal mensaje promovido por el informe y por la prensa del día, en el que se mezclaba la violencia verbal y la física, es completamente equívoco, pues da la impresión de que sólo una mínima parte de esa violencia es física. Algo imaginable, por otra parte.

¿De verdad podemos estudiar, con garantías, las consecuencias psicológicas de la violencia con una encuesta como ésta?

En el tema de las consecuencias psicológicas no puedo entrar a fondo. Sin embargo, está bastante claro que el informe no aclara qué se entiende por “riesgo de abandono profesional” o “estrés postraumático” ni cómo lo miden. En todo caso, a mí me parece una osadía medir esto último mediante un cuestionario autoadministrado, y no mediante una consulta médica. Y me llama la atención que un porcentaje altísimo (26,8%) de los profesores que dicen no haber sido víctimas de violencia (aparentemente no en el centro sino en su experiencia profesional) tengan síntomas de estrés postraumático grave. O que un 25,4% de los mismos tenga síntomas graves de depresión. Me pregunto, además, qué entienden los autores del informe por “grave”. En ningún sitio especifican qué quiere decir esto—por lo que me temo que ese juicio es bastante subjetivo.

En resumen:

1. El estudio no es tan innovador.

2. La encuesta puede presentar problemas de autoselección de la muestra (y dificultades en la aplicación del cuestionario).

3. No puede haber tantos profesores estresados ni afectados por las presiones y coacciones de los padres como señala el informe.

4. La cifra de un 54% de profesores que ha sufrido violencia en su trabajo parece exagerada, o, al menos, oculta “violencias” de intensidad y gravedad muy distinta, y no nos dice nada de la frecuencia de los actos violentos.

5. A la cifra del 24% de profesores agredidos le pasa casi lo mismo, y en ningún sitio del informe podemos saber cuántos son los profesores agredidos físicamente (¿quizá porque son, lógicamente, muy pocos?).

6. Por último, parece muy arriesgado hacer juicios clínico-psicológicos a partir de un cuestionario autoadministrado sin supervisión, especialmente a la vista de resultados tan sorprendentes como que un 26% de profesores que nunca han sufrido violencia escolar tengan síntomas de estrés postraumático.

15.5.06

¿Tanta violencia contra los profesores? (II)

[Sigue de la anotación anterior]

No hay un 73% de profesores gravemente estresados

A continuación comenta el estudio una pregunta de la que se extraen conclusiones apresuradísimas. La pregunta, aparentemente, es ésta: “¿En qué grado te preocupan o son fuentes de preocupación y de tensión las siguientes situaciones que se pueden dar en su trabajo?” Se enumeran las situaciones (indefensión frente a la violencia en las aulas, faltas de respeto de los alumnos, etc.) y se pide al profesor que responda: mucho, bastante, algo, muy poco o nada. Pero que responda "mucho, bastante o poco", ¿a qué? ¿A la medida en que a él / ella personalmente le preocupan esas situaciones o a la medida en que son fuente de preocupación? Para mí es una pregunta muy ambigua, y no sólo porque, en realidad, son dos preguntas en una. “En qué grado te preocupan” puede querer decir que cuando se dan esas situaciones le preocupan mucho, bastante, etc. o que esas situaciones se dan con tanta (o tan poca frecuencia) que le preocupan mucho, bastante, etc. Lo mismo vale para la expresión “en qué grado son fuente de preocupación”, que puede significar “de todas las preocupaciones que tengo / tenemos, la mayor / menor parte se la llevan esas situaciones” o “esas situaciones son tan frecuentes que son fuente continua de preocupación”. ¿A cuál de esas cuatro opciones están respondiendo los profesores?

Con tanta ambigüedad, a mí me parece precipitado extraer una conclusión como la siguiente del dato de que un 73% de los profesores responde mucho o bastante a esa pregunta formulada sobre “la indefensión frente a la violencia en las aulas”: “3 de cada 4 profesores ... están gravemente estresados por la indefensión procedente de la violencia en las aulas”. ¿Gravemente estresados? ¿Dónde dicen los profesores que lo estén? No lo dicen. También parece exagerado y poco fundamentado en los datos decir que “un 54% señalan estar muy afectados por las presiones y coacciones procedentes de los padres de alumnos”. No es eso lo que les han preguntado.

No sabemos mucho de la frecuencia de la violencia, y en ésta caben cosas muy distintas

En el estudio se entienden como comportamientos violentos desde las agresiones verbales hasta las físicas, pasando por amenazas, robos, ninguneos, destrozos de material... Es dudoso que el ninguneo o el rechazo social de unos niños a otros quepa calificarlo como acto de violencia, pero, en cualquier caso, lo que no parece del todo correcto es tratar todos los tipos de violencia como si fueran algo “sumable”. Se dice, por ejemplo, un “90% de los centros afectados por actos de violencia”. Y no es incierto, pero sugiere un ambiente generalizado de violencia que no se corresponde con la pregunta de la que se extrae esa afirmación. En ella, parece, se plantea al profesor si ha presenciado alguno de los distintos tipos de violencia en su centro. No está claro el periodo de tiempo por el que se pregunta (último mes, último año, todo el tiempo que lleva en el centro), por lo cual no podemos saber nada de si los comportamientos violentos son más o menos frecuentes. En cualquier caso, me temo que ese 90% lo explica, sobre todo, el 90% que ha presenciado “agresiones verbales”. Lo que me extraña es que haya un 10% que no ha presenciado nunca una “agresión verbal”. Por cierto, ¿qué se entiende, y qué entienden los que contestan, por “agresión verbal”? ¿Un insulto, un mote, un piropo, una palabra malsonante?

Sumar las peras de la violencia física con las manzanas de la violencia verbal es especialmente problemático en la siguiente pregunta, de redacción algo tortuosa: “En tu experiencia laboral, ¿te ocurre ser víctima de violencia física o verbal por parte de los que te rodean...?” A lo que se responde con una indicación de frecuencia: no, muy rara vez, algunas veces, etc. Es la pregunta a partir de la cual se obtienen afirmaciones como ésta: “más de la mitad de los profesores (54%) manifiestan sufrir violencia física o verbal en su trabajo”. Afirmación que, por cierto, se han encargado de repetir hasta la saciedad los periódicos del día. Las opciones de respuesta de la pregunta no son del todo coherentes: “no”, “sí, muy rara vez”, “sí, algunas veces”, “sí, varias veces al mes”, “sí, varias veces a la semana”, “sí, casi a diario”. Las dos primeras opciones, ¿a qué lapso de tiempo se refieren? ¿Al último año? ¿Al último semestre? ¿A toda la vida laboral del encuestado? Lo único que está claro es que esas opciones implican haber sido “víctima de violencia” con una frecuencia inferior a “varias veces al mes”, pero no sabemos mucho más.

Sumar todos los “síes” (desde “sí, muy rara vez” a “sí, casi a diario”) para afirmar que un 54% manifiesta sufrir violencia en su trabajo, como si fuera algo cotidiano, me parece, por lo anterior, muy poco adecuado. Interpretar “sí, algunas veces” como estar expuestos frecuentemente a la violencia (página 48) es bastante aventurado.

No entro en las proyecciones al universo de la población de profesores de enseñanza pública de Madrid, y de toda España, que se basan en esta pregunta. Simplemente, me parece que, dado lo problemático de esta pregunta, esas proyecciones hay que hacerlas con suma cautela, y no con la alegría con que se hace en el estudio. Por ejemplo, así: “Más de 140.000 profesores en España padecen violencia física o verbal de manera frecuente”. ¿De manera frecuente?

Los protagonistas de la violencia

En el cuestionario se preguntó a los profesores “víctimas de violencia verbal o física” por quién la había causado. No está claro cómo se preguntó, pero es muy improbable que se preguntara por el protagonista de todos los actos de violencia sufridos por el profesor. Lo normal es que hayan preguntado, de manera general, por quién ha ejercido esos actos de violencia, sin entrar en cuantificaciones. Por ello, es impropio interpretar los resultados de esa pregunta de la siguiente manera: “la mayoría (75%) de los actos violentos contra profesores son realizados por alumnos”, “uno de cada 3 actos violentos (36%) ... proceden de padres de alumnos”. Da la impresión de que, en realidad, esos porcentajes significan: un 75% de los profesores “víctimas de violencia...” dice haber sido objeto de violencia por parte de alumnos, un 36% por parte de padres.

[Continúa en la siguiente anotación]

14.5.06

¿Tanta violencia contra los profesores? (I)

Hace unos días se publicó el Estudio Cisneros VIII. Violencia contra profesores. Se trata de los resultados de una encuesta sobre este tema, aplicada a profesores de enseñanza pública no universitaria de la Comunidad de Madrid. A mi juicio, este informe tiene bastantes errores, de distinta gravedad. Aquí sólo señalaré los que me parecen más importantes, centrándome en la evidencia que aportan y cómo la manejan. En lo esencial, creo que esa evidencia no permite sostener su mensaje principal: que las agresiones a profesores son un problema de enorme magnitud. Igual que era muy débil el argumento de los mismos autores acerca de la gran extensión del acoso entre los escolares, como critiqué aquí. Como esta anotación será un poco larga, se la presentó por entregas, una cada día.

El autobombo

Reconozco que mi vena crítica se pone a cien cuando lee una autopublicidad como ésta, justo al comienzo del estudio (sus negritas):

ESTUDIO PIONERO: PRIMER ESTUDIO QUE SE REALIZA SOBRE LOS RIESGOS PSICOSOCIALES QUE AFECTAN A PROFESORES POR LOS EFECTOS DE LA VIOLENCIA QUE SUFREN.

ESTUDIO INNOVADOR: POR PRIMERA VEZ SE EVALUA LA VIOLENCIA QUE REFIEREN LOS PROFESORES DE LA ENSEÑANZA PÚBLICA.

ESTUDIO RIGUROSO: SE UTILIZAN ESCALAS CLÍNICAS PARA MEDIR EL DAÑO PSICOLOGICO PRODUCIDO POR LA VIOLENCIA.

ESTUDIO VÁLIDO Y FIABLE: ESTADÍSTICAMENTE INATACABLE POR SUS CARÁCTERÍSTICAS PSICOMÉTRICAS, POR LA SELECCIÓN DE LA MUESTRA, LA VALIDEZ Y LA FIABILIDAD DE LA HERRAMIENTA UTILIZADA: EL CUESTIONARIO CISNEROS©.

ESTUDIO CON ALTO VALOR AÑADIDO: SE ENCUESTAN MAS DE 6.000 PROFESORES DE 237 CENTROS DE ENSEÑANZA PUBLICA Y SE MIDEN 235 VARIABLES QUE AFECTAN A SU TRABAJO COMO DOCENTES.

Y, claro, aquí me tienen, perdiendo el tiempo intentando “atacar” un estudio inatacable.

Empecemos por el principio, esto es, por el autobombo. No creo que se trate del primer estudio sobre los riesgos psicosociales que afectan a profesores por la violencia que sufren. A mí me suena que algo parecido han debido de hacer los psicólogos del grupo WONT, que han escrito bastante sobre el síndrome del “profesor quemado”. Y es seguro que se ha hecho en el marco del programa PROCONCE de la Comunidad Valenciana (citado aquí). Un amigo mío, que sabe mucho más que yo de estas cosas, me habla de un estudio del Observatorio sobre violencia escolar de Castilla y León, pero no lo he encontrado. Tampoco es la primera vez que se evalúa la violencia hacia los profesores de la enseñanza pública. Al menos existe el mencionado estudio PROCONCE. Sobre el insuficiente rigor del estudio versan estas anotaciones, pero, por lo pronto, en esta primera presentación se falta a la verdad diciendo que se encuesta a más de 6.000 profesores. En realidad, de esos 6.000 devuelven el cuestionario relleno unos 2.100.

Problemas del trabajo de campo y de la muestra

En la ficha técnica no se nos cuenta cómo se aplica el cuestionario, aunque parece que alguien lleva los cuestionarios a un centro y los recoge días o semanas después. Es decir, se parece a una encuesta por correo, con el problema seguro de la falta de control en la cumplimentación del cuestionario, y el posible de la autoselección de la muestra. El primero no es baladí: un cuestionario, en principio, tan complejo como el que nos ocupa (con “235 variables”) es duro de roer y no cabe contestarlo en cinco o diez minutos. ¿Sabemos cuántos profesores lo contestaron con la suficiente atención y cuántos lo hicieron, con perdón, “al tuntún”? Claro, que, quizás, el cuestionario no es tan complejo y lo de las “235 variables” sólo es una manera de hablar. El segundo, de darse, sería el más grave: cabe la posibilidad de que los profesores que vivan en ambientes escolares más violentos hayan respondido mucho más que el resto, o sean los profesores que más violencia de alumnos han sufrido. ¿Se ha tenido en cuesta esto en el estudio? ¿Se ha intentado controlar este sesgo de alguna manera? Otrosí, ¿la muestra resultante se distribuye de manera similar a la inicial por zonas, sexos, niveles educativos y demás variables de control? No se nos dice nada de esto.

Antes de que se me olvide, y en relación con el tamaño de la muestra, en ningún apartado del estudio se nos dice cuántos profesores contestan a cada pregunta. Es decir, no sabemos qué nivel alcanza el “no sabe / no contesta”. De nuevo, no es una cuestión menor. Con porcentajes altos de “no sabe / no contesta”, la validez de las preguntas sería dudosa.

Una interpretación nada crítica con el punto de vista de los profesores

A continuación habla de los “mitos” sobre la violencia escolar que el estudio desmonta. En realidad, esos “mitos” no son necesariamente creídos por la mayoría de estudiosos, publicistas o autoridades académicas que se ocupan de estos temas. Esto, de todos modos, es una cuestión menor, pero, ¿creen ustedes que es un “mito” asentado la idea de que “la violencia no ha aumentado en los centros”? Yo más bien diría que lo que transmiten los medios de comunicación, y lo que revelan otras encuestas, es una opinión común acerca de que, efectivamente, sí ha aumentado.

Por cierto, en el informe no queda clara la pregunta sobre la evolución de la violencia. ¿Se está preguntando por el propio centro o por los centros escolares en general? Las respuestas son muy distintas según se haga la pregunta. A mí me da la impresión de que se ha hecho una pregunta general: así lo sugiere el tipo de causas que se aducen para explicar ese aumento de la violencia. Si la pregunta es de tipo general nos vale para medir la percepción de un fenómeno genérico, cognoscible, en gran medida, de manera indirecta, pero no nos vale (o nos vale muy poco) para conocer la evolución de la violencia en cada centro.

La relación de causas por las que se pregunta a los profesores es amplia pero insuficiente. A mí se me ocurren un par de ellas de interés que no han sido incluidas. Hay más violencia porque se obliga a acudir al colegio a adolescentes que no quieren hacerlo, porque no le ven sentido y porque, además, se les ofrece un menú único, sin reconocer que las necesidades, disposiciones, capacidades, gustos, vocación, etc., etc., son muy diversas. Según esta hipótesis, antes había menos violencia porque no se obligaba tanto a acudir al colegio en unas condiciones similares. Además, el menú hasta los 16 años era, curiosamente, más amplio—no mucho más, pero algo más sí lo era. Alguna otra razón que pusiera el acento en el buen o mal trabajo que hacen los profesores no habría estado mal. En cualquier caso, éstos, lógicamente, echan fuera todos los balones posibles y casi no se responsabilizan de la situación.

Algo extraño, pues son quienes se ocupan de los niños. Esto debería haber extremado la cautela en la interpretación de los datos que hacen los autores del informe, quienes, simplemente, aceptan el argumento habitual de los profesores como descripción de la realidad. No creo que tenga que ver con que es un sindicato de profesores (ANPE) el que financia el estudio.

En alguna ocasión, se pasan varios pueblos. En ésta, por ejemplo:

• LA CRISIS DE LA AUTORIDAD Y DE LA DISCIPLINA PRODUCE LA PÉRDIDA DE LA CONSIDERACIÓN SOCIAL HACIA EL EDUCADOR, CUESTIONADO FRECUENTEMENTE POR PADRES QUE VÍCTIMIZAN A LOS PROFESORES (SOBRE TODO EN PRIMARIA Y ED. INFANTIL) MEDIANTE PRESIONES, COACCIONES, CHANTAJES Y AGRESIONES.

Admito lo de la “crisis de autoridad”, también la de disciplina, también la cierta pérdida de consideración social del educador (si entrar ahora en las causas de todo ello), pero ¿no les parece un poco exagerado decir que ese educador está “cuestionado frecuentemente por padres que victimizan a los profesores... mediante presiones, coacciones, chantajes y agresiones”? (mis cursivas) En mi experiencia de padre que conversa con otros padres de alumnos y, sobre todo, con profesores, ese tipo de comportamientos existen, pero no con tanta frecuencia como sugieren, sin buenos datos, los autores del informe.

[CONTINUARÁ...]

12.5.06

Más Google trends (gráficos curiosos XXXIII)

Ya les dije ayer que el juguetito éste de las Google trends era una manera más de perder el tiempo. Miren qué gráficos más monos salen con las siguientes búsquedas (todas limitadas a España).


El IPC sólo parece preocuparnos en diciembre y enero (búsqueda: ipc).


















El impuesto de la renta nos preocupa cuando toca declarar (búsqueda: renta).

















Y la selectividad cuando toca pasar el trago, y saber las notas (búsqueda: selectividad).
















Está muy claro qué estación del año preferimos (búsqueda: invierno [azul], primavera ]rojo], verano [naranja], otoño [verde]).
















Ésta me deja bastante perplejo, una búsqueda sobre el precio de la vivienda (precio vivienda). ¿Es que han dejado de importar desde primavera de 2004?




















El último, por ahora, sobre el fenómeno de moda, los blogs, en comparación con los medios tradicionales (búsqueda: blog [azul], prensa [rojo]).


11.5.06

Un nuevo juguetito de Google

A través de Marginal Revolution me entero de un nuevo servicio de Google (al menos, nuevo para mí). Seguro que ya lo conocen, se trata de Google Trends, que permite buscar palabras entre (una muestra de) las búsquedas efectuadas por Google en el pasado, y trazar las tendencias de búsqueda de esas palabras en los últimos tres años. Permite comparar búsquedas. Vean, por ejemplo, los resultados de la búsqueda "endesa, 'gas natural'".

En fin, otro juguetito con el que perder el tiempo.

10.5.06

De la duración de los matrimonios en España

Acaba de publicar el Instituto de Política Familiar un informe sobre la familia en Europa en 2006 (pdf). Tiene su aquél, aunque el uso que hacen de los datos es algo, digamos, laxo. No entro ahora en eso. Lo que me ha llamado la atención es esta afirmación:
España es el país de la UE 25 en la que los matrimonios duran más tiempo (13,8 años)
Me he quedado bastante pasmado. ¿Sólo duran 13,8 años de media? La epidemia de divorcios ha debido de avanzar a marchas forzadas en los últimos tiempos y no me he enterado.

En realidad, el indicador al que se refieren (construido por Eurostat: aquí se cuenta cómo se elabora) es el de "duración media del matrimonio en el momento del divorcio" ("mean marriage duration rate at divorce"). Es decir, vendría a ser un indicador de la duración media de los matrimonios que se rompen. Lo curioso es que los datos de España ni siquiera se corresponden con divorcios, sino que incluyen las separaciones (1). Bueno, tampoco la media sería de 13,8 años, sino, más bien de 14,3 (2).

En el gráfico siguiente, elaborado con los datos de Eurostat, se ve cuánto duraron los matrimonios que se divorciaron o separaron en España en el año 2003.


Parece claro que la distribución de frecuencias no es normal (es decir, los valores no están concentrados alrededor de la media), por lo que también sería interesante saber la duración mediana (la que divide la distribución en dos mitades iguales). Teniendo en cuenta sólo los divorcios y separaciones con datos de duración, la mediana sería de unos 12 años.

El indicador que comentamos, por sí solo, no vale demasiado para comparar la duración de los matrimonios en distintos países. En el siguiente cuadro tenemos el dato más reciente para distintos países de la UE25.


Países de la UE25. Duración media del matrimonio en el momento del divorcio
País Dato más reciente (la mayoría de 2003)
Italia 15,8
España 13,8
Chipre 13,4
Francia 13,2
Bélgica 12,9
Holanda 12,8
Eslovenia 12,8
Portugal 12,7
Luxemburgo 12,6
UE15 12,5
Finlandia 12,5
UE25 12,3
Polonia 12,3
Reino Unido 12,2
Alemania 12,1
Eslovaquia 12,0
Suecia 11,8
Grecia 11,4
R. Checa 11,3
Austria 11,1
Dinamarca 11,0
Hungría 10,9
Letonia 10,2
Estonia 10,1
Fuente: elaboración propia con datos de Eurostat.

Como se ve, muchos de ellos se agrupan entre los 12 y los 13 años de duración: más o menos, desde Francia hasta Suecia. La distancia de España con ese grupo no parece tan grande, lo cual (de hacer caso a este indicador) sugeriría que los matrimonios españoles duran sólo algo más que la mayoría de los europeos. En realidad, para tener una buena idea al respecto, hay que tener en cuenta la tasa de divorcio de cada país. Teniendo en cuenta que España tiene una de las más bajas de Europa (aproximadamente, 1 divorcio por cada 1.000 habitantes, frente a 2 por 1.000 de media en la UE25), ello ampliaría bastante más la distancia entre España y la media europea, pues la duración de los matrimonios se estaría calculando para un porcentaje de divorcios bastante menor.

En definitiva, que tendremos que buscar otros indicios mejores de la duración del matrimonio en España. Lo que sí está claro, de todos modos, es que esa duración está cayendo a medida que aumenta el número de divorcios.


_____________
(1) En Eurostat se habla de 86.298 divorcios en 2003, una cifra muy parecida a la suma (86.632) de separaciones (55.085) y divorcios (31.547) recogida en la Estadística Judicial para ese año.

(2) Parecen haberla calculado contando todos los divorcios y no sólo aquéllos para los que se tienen datos. Si usamos sólo estos últimos, la media es, lógicamente, mayor.

8.5.06

La "transmisión" de las desigualdades a través de las mujeres

Hoy he leído un artículo que defiende una tesis un tanto heterodoxa. El artículo es "Successful women put the brakes on social mobility" (he llegado a él a través de ifeminists.net). Su autor, un político conservador británico, mantiene que la gran expansión de la educación universitaria en el Reino Unido en los últimos treinta años no ha reducido la distancia social entre las clases bajas y las clases acomodadas ni ha aumentado la movilidad social ascendente de las más humildes. La razón de ello es la siguiente:

There is one powerful explanation. The enormous expansion of education, especially higher education, must by definition have succeeded in bringing extra opportunities to many more to gain university qualifications than ever before. The assumption was that this would mean more students from modest backgrounds. But in reality the main beneficiaries have been a different, though equally meritorious, group.

The biggest single group of beneficiaries from the expansion of higher education have been young women, often from higher-income backgrounds, even if ones that would not previously have sent daughters to higher education.


Es decir, los principales beneficiarios de la expansión de la educación superior han sido las hijas de familias más acomodadas. Al menos lo habrían sido en mucha mayor medida que otros grupos socioeconómicos y según sexo.

No tengo ni idea de si los datos confirman esa idea, pero la hipótesis me ha parecido lo suficientemente plausible como para que pudiera tener alguna dosis de verdad. Puestos a contrastarla en España--cosa que todavía no he hecho--he llegado a algunas relaciones "sorprendentes" entre el nivel educativo de una generación de padres en comparación con el de la generación de sus hijos. Veamos.

Los siguientes gráficos relacionan, tomando como unidad de análisis las provincias españolas, la proporción de universitarios (titulados de tercer grado) en el total de la población de 30 a 34 años por sexos en 2001 con la misma proporción en la población de 60 a 64 años por sexos en 2001. Mi idea es que los de 60 a 64, grosso modo, reflejan el nivel de estudios de los padres de los miembros de la cohorte de 30 a 34 (1).

Es sabido que el nivel educativo de los hijos se correlaciona bastante con el de los padres; es decir, bien por razones genéticas, bien por razones socioculturales, bien (lo más habitual) por ambas, ese nivel educativo se "transmite" generacionalmente. Entonces, lo normal será encontrar rectas de regresión ascendentes en los gráficos siguientes, así como asociaciones relativamente fuertes (con R2 altos). Pues sí, pero no.

Parece que los hijos varones "heredan" bastante de su nivel de estudios de sus padres varones. El R2 es de 0,54 (baja algo, hasta 0,42) si quitamos el caso "desviado", que es la provincia de Madrid).


Y también, incluso más, de sus madres: R2 de 0,61 (de 0,52 quitando Madrid)

A su vez, las hijas lo "heredan" de sus madres: R2 de 0,54 (0,52 quitando Madrid).


Pero, aquí está la sorpresa, no tanto de sus padres: R2 de 0,23 (0,18 sin Madrid).



Quizá sólo sea una casualidad, pero me parece un resultado sorprendente. ¿Alguna hipótesis?



___
(1) "Grosso modo" quiere decir: padres e hijos no tienen por qué residir en la misma provincia, la cohorte de 60 a 64 sólo se aproxima imperfectamente a la edad media de los padres de los de 30 a 34, especialmente de las madres (pero lo dejo así por sencillez en los cálculos y en los gráficos), entre otros matices.

5.5.06

Comparativa internacional de fallecidos en accidentes de tráfico (gráficos curiosos XXXII)

Aun a riesgo de convertir WonkaPistas en una página "especializada" en accidentes de tráfico, no me resisto a ofrecerles los siguientes datos, que permiten comparar a bastantes países (casi todos de la OCDE) según su tasa de fallecidos en accidente de tráfico por vehículo-kilómetro. Ha sido JdJ el que los ha encontrado (en la página llamada International Road Traffic and Accident Data) y me los ha enviado, añadiendo el dato de España, que faltaba. Están recogidos en el siguiente cuadro, con cifras correspondientes a 2003 (o años cercanos).

Fallecidos en accidentes de tráfico por miles de millones de vehículos-kilómetro, diversos países (2003)
Eslovaquia 46,9
R. Checa 31,7
Grecia 26,7
Corea del S. 26,0
España 22,0
Eslovenia 16,7
Islandia 16,0
Bélgica 14,6
N.Zelanda 12,4
Austria 11,7
Japón 11,2
Francia 10,9
Irlanda 10,9
Dinamarca 9,7
Alemania 9,7
EEUU 9,4
Canadá 8,9
Suiza 8,8
Noruega 8,3
Suecia 8,3
Australia 8,0
P. Bajos 7,7
Finlandia 7,6
R. Unido 7,6
Fuente: elaborado por JdJ con datos de IRTAD y del Ministerio de Fomento.

Como se ve, España ocupa un lugar, digamos, poco honroso en esta clasificación. Sin embargo, como tantas veces ocurre en las clasificaciones internacionales, estamos, más o menos, donde nos corresponde, al menos según nuestro nivel de renta. Véanlo en el gráfico siguiente (click para ampliar), éste elaborado por mí con los datos de JdJ y otros obtenidos de esta página de la ONU.


Lo que el gráfico me sugiere (OJO: sugiere, no prueba ni nada parecido) es que hay una relación entre la riqueza de un país y su tasa de fallecidos en accidentes de tráfico por kilómetro recorrido, pero que se trata de una relación un tanto peculiar (1). Parece claro que disminuye la mortalidad a medida que aumenta el nivel de renta, pero en un tramo, diríamos, bajo, mientras que a partir de un cierto nivel de renta per cápita desaparece esa relación. La mortalidad cae bruscamente entre Eslovaquia (47) y Nueva Zelanda (12), pero a partir de ahí, más bien, oscila alrededor de la cifra de 10.

Da la impresión de que una gran reducción de la mortalidad puede ir asociada a mejoras que cabe esperar a medida que se va saliendo de niveles de riqueza muy bajos, puesto que "cuestan dinero": mejores carreteras y mejores coches. Aunque quizá haya otras variables no tan obvias asociadas a ese incremento de la riqueza: mejor funcionamiento del estado de derecho, sanciones más efectivamente aplicadas, mayor civilidad, cosas así.

Sin embargo, una vez alcanzados niveles de renta relativamente altos, el gráfico sugiere dos cosas. Por una parte, las variaciones en la mortalidad son relativamente menores. Por otra, habrá que buscar explicaciones alternativas al nivel de renta (y variables asociadas) para esas variaciones.


______
(1) No hagan demasiado caso, esta vez, a la curva de ajuste. La he puesto, sobre todo, para resaltar el tipo de relación que hay entre renta per cápita y mortalidad en accidentes de tráfico, pero sin ánimo de sugerir que la relación entre ambas variables venga expresada por un polinomio cúbico. Ahora bien, si hiciéramos caso de esa curva de ajuste (o de una cuadrática, o de una logarítmica, o, incluso, una lineal), la mortalidad en España sería superior a la que "le correspondería".

4.5.06

Mensajes ambiguos: más uso de cinturón de seguridad, pero más muertos

En la DGT (y en la prensa) siguen empeñados en evaluar las estadísticas de accidentes de tráfico "en caliente", al poco de conocerse las cifras de fallecidos en Semana Santa, el Puente de Mayo, las operaciones salida y llegada en vacaciones, etc. Yo sigo pensando que es un error, tanto desde el punto de vista de la comprensión del problema (que requiere una visión a medio o largo plazo y la consideración de múltiples variables: vean esta anotación y, especialmente, los comentarios), como de la propia imagen y credibilidad de los altos cargos de la DGT (y los periodistas). Esto último se debe a que, no siendo las cifras de un fin de semana o un puente necesariamente representativas de las tendencias en curso, es muy fácil caer en la tentación de interpretaciones ad hoc, y, claro, en contradicciones o ambigüedades que contribuyen muy poco a la claridad de los mensajes emitidos.

Esta vez, con el puente de Mayo, tocan los siguientes mensajes explícitos:

A) Muchos más muertes que el año pasado. Sí, pero, ¿qué significa esto? ¿Ha habido más o menos desplazamientos que el año pasado? ¿Cuándos más? ¿Podemos saber, realmente, cuántos más? ¿Cuántos días de puente ha habido este año y cuántos los anteriores? Y así podríamos seguir haciendo preguntas que matizan o relativizan el dato de un año, que, por sí mismo, significa más bien poco.

B) Las malvadas carreteras regionales y provinciales. Tres cuartas partes de los fallecidos en ese tipo de carreteras. No tengo ni idea de si la mayoría de los accidentes mortales se producen habitualmente en ese tipo de vías. Lo cierto es que no podemos generalizar por los datos de un puente. Esos datos pueden ser perfectamente excepcionales, y no volver a repetirse, en esas proporciones o parecidas, nunca. Por otra parte, no es de extrañar que una buena parte de los accidentes--más de lo que correspondería por la cantidad de tráfico que circula por esas carreteras--ocurra en esas vías: casi por definición, son menos seguras que autovías o autopistas.

C) Cuidado con los choques frontales. Es el reverso de la moneda de las "malvadas carreteras regionales". Si hay muchos choques frontales, lo lógico es que (casi todos) se hayan producido en ese tipo de carreteras, y no en autovías o autopistas. Gran mensaje.

Pero el principal mensaje, el que sin querer transmiten, tiene que ver con el uso del cinturón de seguridad.

Recuerden que el mensaje principal que se quiso emitir con las cifras de fallecidos en Semana Santa fue: la mitad de los fallecidos no llevaba cinturón de seguridad. Ergo: póngase usted el cinturón para prevenir tan infausto resultado. Por supuesto, nunca nos contaron bien los necesarios elementos de comparación: cuántos conductores y otros ocupantes de vehículo lo llevan puesto (y cuándo, y dónde), o, mejor aún, cuántos de los accidentados (incluyendo ilesos, heridos y fallecidos) lo llevan puesto. Sólo así podemos saber cuánto daño previene el cinturón. Si no sabemos esos datos, no extrañan las interpretaciones del tipo: son más (52%) los fallecidos que sí llevaban puesto el cinturón que los que no lo llevaban puesto (48%), luego parece mejor no llevarlo. Una interpretación totalmente errónea, claro.

Resulta que, en esta ocasión, un 85% de los fallecidos sí llevaba puesto el cinturón. Vean cómo, según lo reseña Levante, han interpretado en la DGT ese dato:

Por otro lado, Fernández informó de que del total de fallecidos en carretera tan sólo el 15% no llevaba el cinturón de seguridad puesto en el momento del siniestro, dato que desde la DGT se considera «esperanzador», máxime cuando «hace tan sólo quince días, el 50% de los fallecidos no llevaba puesto el cinturón», finalizó.

¿Esperanzador? ¿Cómo pueden utilizar el adjetivo "esperanzador" en el mismo discurso en el que se considera "inaceptable" el balance de víctimas de la operación puente? ¿No se da cuenta la DGT de que el mensaje que transmite es: aumenta la proporción de usuarios de cinturón, pero hay más muertos en accidente? Pero, claro, son presos de sus propias declaraciones. Si no lo fiaran casi todo al comentario de datos coyunturales, no tendrían que calificarlos de "inaceptables". Y si no hubieran insistido tanto en el dato del 50% sin cinturón, ahora no tendrían por qué dar explicaciones de este 85%, que quizá sea tan coyuntural como el primero. Y si se molestasen en cuantificar (y explicar) con cierto cuidado cuánta gente lleva cinturón habitualmente y en qué condiciones, así como el riesgo extra de no llevar cinturón, seríamos capaces de situar esas cifras "puntuales" en contexto y le otorgaríamos la importancia relativa que tienen (1).

Eso sí, estén a la espera de escuchar, entre sus amistades y conocidos, o aquí mismo en este blog, el argumento siguiente: con tantos fallecidos con el cinturón puesto, casi va a ser mejor no ponérselo.




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(1) Dejo para otra ocasión la idea de que con tantas medidas de seguridad de las que disponemos en los coches, tendemos a asumir más riesgos, y, por tanto, los daños no se reducen tanto como cabría esperar dadas aquellas medidas.